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Twitter lanza el “instagram” del video: Vine.

En octubre Twitter compraba Vine, abriendo la vía a una especulación sencilla: Twitter iba a contar con un sistema de alojamiento de vídeos. Instragram se le escurrió entre los dedos y una opción lógica parecía ir a “por lo siguiente”: compartir vídeos breves. Compartir momentos, anécdotas, que sean fácilmente consumibles en móvil.

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No es el “primer Instagram de vídeo” que sale, ya contábamos con otras cosas como socialcam (creo recordar que uno de los pioneros) o Viddy, incluso Google acababa de hacer sus pinitos con Youtube Capture, pero hasta ahora me parece de las mejores que he probado, aunque su propuesta está más cerca de Cinemagram (GIFs animados) que de las otras mencionadas.

Lo lógico era pensar que sería parte de Twitter, pero lo que ha salido al mercado es una aplicación (sólo para iPhone, de momento) independiente (en la que puedes registrarte con tu cuenta de Twitter, pero no con la de Facebook) que pone a los microvideos en el centro de la experiencia.

Lo que en un principio parece cuestionable y raro, que sea una aplicación completamente independiente, puede tener todo el sentido del mundo: si quieres construir algo nuevo, no lo contamines “de lo viejo”.

Hubo muchos servicios para compartir fotos en redes sociales (principalmente Twitter),pero si Instagram triunfó fue porque supo crear su propia experiencia, en torno a la fotografía y la imagen, diferenciándose de “servicios que alojaban imágenes” para convertirse en algo distinto, con sus propias reglas y usuarios.

Varias lecturas que se pueden sacar:

La simplificación extrema y la reducción de la extensión de… Todo. De los blogs pasamos a los microblogs. De comentar a retuitear y repinear, de reflexiones largas y sosegadas a flasazos de información. De colecciones de fotografías “trabajadas”, complejas y hechas en caras y costosas máquinas a pequeños recuadros disparados con el (costoso, eso sí) teléfono. Ahora parece tocarle el turno al vídeo: 6 segundos, la verdad, parecen más aptos para gif animados y memes.

Todos contra todos. De servicio que (prácticamente) servía para distribuir links a incrementar la permanencia en el sitio a toda costa: cada vez puedes leer más en Twitter y ver más cosas. Si vas a vender publicidad, cuanto más tiempo estén contigo, mejor. Y eso implica meterse en el negocio de los medios y de otras plataformas con las que hasta ahora se convivía en perfecta paz y tranquilidad.

Movilidad. No hay mucho que decir: otra aplicación específicamente diseñada para el móvil. El contenido se genera en el móvil, se consume en el móvil, se distribuye en el móvil. El resto está ahí: pero las experiencias breves encajan muy bien en un entorno de movilidad, y para eso está hecho Vine.

Empujar el login social. Buscando economías de red, aprovechando la gran base de usuarios y fidelizándolos (o atándolos) un poquito más: hagamos login con Twitter, el botón de registrarse con el correo sale debajo.

El timeline no nos abandona. El timeline garantiza un stream de información, es una gran forma de consumir contenido. No es la mejor forma de organización ni da para “gestionar el conocimiento”, pero es lo más adecuado (o eso parece, porque todos lo usan) para aplicaciones relacionadas con ocio y entretenimiento.

Contenido en abierto. La privacidad aparece diluida, los contenidos son “globales”. Si acabamos siguiendo a un reducido número de contactos, leyendo por canales (y olvidándonos de los seguidores y seguidos) el tiempo lo dirá.

 A favor de Vine

Gran diseño. Sencillo, intuitivo… La experiencia de subir un “post” (un vídeo) no tiene mucha complicación. Por algún extraño motivo no se puede subir un vídeo del carrete (una pena, tenía unos muy monos desde el Empire State). Si es algo que está en camino o es una decisión meditada para potenciar la elaboración de contenidos sobre la marcha es algo que todavía no sabemos.

Perfecta integración con Twitter. Darse de alta (si tienes Twitter) es rápido. Los vídeos en se incrustan en los tuits perfectamente (justo debajo está mi primero “vineo”)

  En contra de Vine

El vídeo no es tan fácil de crear (aunque sean 6 segundos). Una foto, un filtro, subir. Y ya se tarda “más de la cuenta”. Siempre están los “pro” de Instagram, pero hacer fotos es más fácil, más inmediato.

Ni de consumir. Un vistazo rápido en Instagram es… Rápido. En Pinterest más todavía (si entramos desde un ordenador, con varias columnas). Pero 6 segundos por cada pieza debería ser lo mínimo que tardáramos en Vine. Amén de que la conexión nos jugará malas pasadas (el vídeo ocupa más). Y está el tema del sonido: el consumo de contenidos en el móvil, por su propia naturaleza, pasa por muchos contextos y entornos (el metro, una conferencia, una reunión aburrida, un vistazo rápido en el trabajo): el sonido no encaja en muchos de ellos.

¿Carne de memes y gif de gatitos? Vídeos más largos conllevarían tiempos de carga más elevados y un mayor coste de oportunidad por cada vídeo que empezamos a ver: 3 minutos, aunque no lo parezcan, pueden ser una barbaridad (y que nadie use esta frase en mi contra). Pero 6 segundos… ¿da para mucho más que una mirada de perro avieso y un gatito saltarín? Seguro que no tardarán en aparecer las obras maestras cargadas de HDR, los micropoemas y dios sabe qué más… Pero apuesto a que los contenidos chorra tendrán un peso importante.

 Dicho esto: merece que un vistazo. No se puede saber si será “the next big thing” o un juguetito de esos que languidecen durante unos meses para acabar desapareciendo al cabo de un año. No sabemos si se llenará de chorradas, de arte o de… Algo nuevo. Pero si empezamos 2011 con la fiebre de Quora, 2012 con la de Pinterest… ¿Podría 2013 ser el año de la fiebre de Vine?

Fuente: http://www.misapisportuscookies.com

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